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#LlaryoraVsMilei
La pelea menos pensada
Por | Fotografía: Fotomontaje El Sur
Foto: Llaryora vs Milei, una pelea impensada de consecuencias inciertas.
Era el gobernador más cercano a Milei y fue el primero en ser recibido por su ministro del Interior. Sus legisladores acompañaron en general la ley ómnibus, pero su oposición a la suba de retenciones desató la furia del presidente, que lo eligió como expresión de la "casta". ¿Llaryora se sube o se baja del ring?
Publicada el en Crónicas

Parecía el mejor aliado del presidente Javier Milei. Habló siempre de gobernabilidad y sus diputados aprobaron en general-con la honrosa excepción de Natalia De la Sota- el dictamen de mayoría de la polémica ley ómnibus del libertario. Pero la disidencia del bloque cordobesista en el tratamiento en particular de la ley hizo que Milei montara en cólera desde Europa y ordenara retirar el proyecto (nunca sabremos si por torpeza de sus operadores en el Congreso o por una decisión política ante su descuartizamiento previo en el tratamiento en comisiones). La historia que sigue es conocida: Osvaldo Giordano, uno de los alfiles del cordobesismo en la Nación, fue eyectado sin miramientos del Gobierno como represalia al voto de su esposa, la diputada nacional Alejandra Torres.

Sorprendido, el gobernador Martín Llaryora intentó dar marcha atrás. En sus frecuentes giras por los canales de televisión porteños, dijo que había que seguir tratando la fracasada ley ómnibus y reivindicó tanto su espíritu como buena parte de su polémico articulado. Pero ya era tarde: Milei lo había elegido entre los "traidores" junto al gobernador santafesino Maximiliano Pullaro. Pasaron a ser, desde entonces, sus más enconados enemigos. Hasta que Ignacio Torres pateó el tablero y amenazó con cortar el abastecimiento de gas y petróleo a la Nación si "Toto" Caputo y su banda no le devolvían los fondos coparticipables que le descontaron para cobrarse una vieja deuda de Chubut con la Nación.

Desde que asumió al frente del Poder Ejecutivo, Milei trató de "ratas" a los diputados nacionales y se peleó con prácticamente todos los gobernadores. Cada vez más aislado -su furibundo ataque a los jefes provinciales habría llevado a Mauricio Macri a frenar su plan de fusión con los libertarios para las elecciones legislativas de 2025-, salió a buscar respaldo fuera del país: tras recibir a la número dos del Fondo Monetario Internacional viajó a Estados Unidos para apoyar al candidato republicano Donald Trump, que busca su segundo tiempo en el imperio del norte.

A su regreso volvió a mostrarse inflexible. Hasta que, en la apertura de sesiones ordinarias del Congreso, invitó a los gobernadores a sellar el "pacto de Mayo" en la Córdoba contrarrevolucionaria de...Martín Llaryora.

Impertérrito, flanqueado por sus pares de otras provincias, el futuro anfitrión de un encuentro del que no fue notificado atinó a advertir que para mayo falta una eternidad ¿Que será del país -y de Córdoba- entre marzo y abril, dos meses en los que la población sumará al impacto del brutal ajuste libertario -aumento de las cuotas de los colegios, las prepagas y los alquileres- los tarifazos en servicios esenciales como la luz y el gas?

Piel de cordero

Juntos ante la sinrazón de Milei, los gobernadores no tardaron en dividirse nuevamente ante la extorsiva oferta del presidente, que les prometió alivio fiscal a cambio de rubricar el "pacto de Mayo".  Nacho Torres archivó sus amenazas de desabastecimiento,  se vistió de cordero patagónico y mostró una casi desesperada predisposición a "consensuar" los diez puntos impuestos por Milei, con los que además -aclaró-  está totalmente de acuerdo.

Igual de diplomático aunque un poco más equilibrado, Llaryora también se mostró dispuesto a dialogar, pero insistió en que el ajuste fiscal debe ser acompañado por un plan de reactivación económica que ponga el foco en la producción y las economías provinciales. Pidió que la Casa Rosada amplíe la convocatoria a otros sectores de la sociedad civil y fundamentalmente que acorte los plazos de la convocatoria y genere los consensos necesarios para llegar con chances de firmar el nuevo pacto fiscal en mayo.

Disyuntiva de hierro

Milei ha demostrado una audacia de la que carecieron sus antecesores (ni hablar de Alberto Fernández). Sin estructura partidaria ni legislativa propia y con funcionarios improvisados que muestran un alarmante desconocimiento del Estado, sigue cabalgando sobre el desprestigio de la clase política -la ya célebre "casta"- y la ilusión de sus votantes, que todavía creen que hay que esperar para ver los frutos del ajuste (¿?).

Las provocativas ruedas de prensa de su vocero, el desmantelamiento y cierre del INADI y la alevosa clausura de la agencia  de noticias Télam alimentan el odio que su ejército de trolls incita desde la Casa Rosada con fondos oficiales. De Lali Espósito a Martín Llaryora, pasando por legisladores, sindicalistas y gobernadores, la maquinaria del odio y desprestigio que alimenta las redes sociales conforman a esta altura el modus operandi libertario. El problema es que fuera de las redes, en la vida real, millones de argentinos son condenados a la pobreza y la indigencia. Y los famosos cien días que los analistas dicen dura la luna de miel de un nuevo presidente con sus votantes tiene fecha de caducidad este mes.  Para mayo falta una eternidad.

Solo

¿Le alcanzará a Milei con el respaldo del FMI, Israel y el potencial futuro presidente de los Estados Unidos para apuntalar un gobierno que en tres meses sumió al país en la peor crisis económica de los últimos tiempos, con indicadores sociales peores que los del año 2001, que llevaron al país a una implosión institucional sin precedentes?

El irrefrenable espíritu confrontativo de Milei, el fracaso de la ley ómnibus y la posibilidad de que también naufrague el Mega DNU que todavía espera tratamiento parlamentario se ciernen como una espada de Damocles sobre el gobierno libertario.

¿Qué harán los gobernadores ante el inesperado pero previsible convite presidencial? ¿Comenzará un nuevo tiempo de desgaste  institucional como fue la discusión parlamentaria de la ley ómnibus? Todo parece indicar que para que avance algún tipo de negociación, los gobernadores deberán ordenar a sus legisladores que no rechacen el Mega DNU que, entre otras cosas, faculta al PEN a descontarle recursos nacionales a las provincias.

El futuro es hoy

Llaryora experimentó en apenas tres meses el amor y la furia libertaria. Su indisimulable ambición presidencial lo llevará a mover sus fichas con cautela. El ataque despiadado de un jefe de Estado imprevisible lo obligó a replantear su estrategia política inicial y en cuestión de horas pasó de ser el mejor garante de gobernabilidad de Milei a su enemigo público número uno. Su mutación desconcertó hasta al experimentado periodista Horacio Verbitsky, que lo definió en El Cohete a la luna como "el cordobesista indescifrable que pasó de mejor amigo de Milei a su más vocal adversario".

Cauteloso, Llaryora sabe que el electorado que lo llevó al Panal es el mismo que llevó a Milei a la Casa Rosada. Parado sobre el tradicional y redituable chauvinismo provincial y un discurso productivista que lo desmarca del ajuste salvaje de Caputo, el gobernador de Córdoba parece apostar nuevamente a la ancha avenida del medio. El problema es que un eventual estallido social -a esta altura nada improbable- podría dejarlo aislado, como le ocurrió históricamente a Juan Schiaretti con su anodina bandera del peronismo "republicano".

Desconcertado ante la furia libertaria, pero rápido de reflejos, Llaryora recalculó su perfil político para presentarse ante la sociedad como un opositor racional pero decidido al gobierno nacional. La reaparición pública de Cristina Fernández de Kirchner con un documento que advierte, entre otras cosas, sobre los riesgos de la dolarización que impulsa el presidente, relegó a Llaryora a un segundo plano. Después fue Torres quien ocupó el centro de la escena.

¿Con qué gobernadores jugará el cordobés? ¿Con los de Juntos por el Cambio o los de Unión por la Patria? Sus allegados  confían en que un creciente antikirchnerismo lo catapultará como el líder natural de la "tercera posición". El problema son los tiempos: ¿debe rechazar el pacto fiscal propuesto por Milei o darle el abrazo del oso en Córdoba si el presidente llega medianamente estable a mayo?

Así como Schiaretti y Llaryora olfatearon el triunfo de Milei -y trabajaron con mayor o menor exposición pública para consolidarlo-, hoy la duda es qué balance hacen de sus primeros tres meses de gestión. Y, sobre todo, qué consecuencias tendrá su virulento enfrentamiento con el sistema político que lo llevó a la Casa Rosada. ¿Se puede gobernar enfrentado al Parlamento, los gobernadores, la CGT y hasta el círculo rojo?

Si Llaryora apuesta al desgaste de Milei deberá subirse nuevamente al ring y profundizar su confrontación con el libertario. Pero si cree en cambio que la desaceleración inflacionaria y el ingreso de divisas de la próxima cosecha le darán aire para reflotar su gobierno y hasta avanzar con la dolarización, deberá sostener su propia administración en un contexto recesivo y sin fondos nacionales.

Cualquiera sea su decisión, no le sobra nada para llevarla adelante: su pelea con el presidente implicó una importante merma de fondos  -desde el Incentivo Docente hasta los subsidios al transporte, pasando por las transferencias a la Caja de Jubilaciones (ver páginas 8 a 10). Y la Nación promete castigar cualquier gesto de insubordinación con nuevas medidas impopulares que horadarán sin piedad el bolsillo de los cordobeses.

Hernán Vaca Narvaja
- Periodista y escritor -