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#LosMenem
El regreso de la casta
Foto: Lule y Martín, los Menem que se ganaron la confianza de los hermanos Milei.
La llegada de Javier Milei a la Casa Rosada implicó la vuelta a los primeros planos de la dinastía Menem. Varios sobrinos del ex presidente ocupan lugares claves en el Gobierno libertario y son los armadores del partido en todo el país. Los lazos con Córdoba.
Publicada el en Crónicas

Los bares que circundan la Plaza 25 de Mayo de La Rioja amanecieron taciturnos. El otoño de 2021, todavía caluroso, movía el torrente matinal de empleados, comerciantes, jubilados y adolescentes sin clases, con la cadencia de un caracol apurado por cruzar un patio de cemento. Nada hacía presagiar que cerca del mediodía una horda de gente enardecida aparecería de debajo de las baldosas para formar un tumulto frente al hotel más importante de la ciudad, ubicado en la esquina de san Nicolás de Bari y 9 de Julio, en pleno centro. En el bar del hotel los habituales bebedores de cortados en jarrito –analistas profundos de lo que sea- giraron sus cabezas hacia la calle y se miraron incrédulos con los mozos. Acababa de llegar el personaje del momento, el outsider de pacotilla, un gritón autoritario con aires de grandeza moldeado en los paneles de los programas de televisión más influyentes. Con su campera de cuero, su motosierra y su hermana, Javier Milei desembarcó en la tierra del “innombrable” para apoyar al joven candidato del otrora poderoso clan: Martín Menem. La gente gritaba y se agolpaba en busca de una foto o un autógrafo, como si se tratara de Lali Espósito o el Chaqueño Palavecino.

Los analistas de café en jarrito, expertos en política vernácula, coincidieron en que el mitin no dejaba de ser un hecho curioso, pero no alteraría el normal fluir de los acontecimientos. Argumentaban, con razón, que allí nadie conocía a ese chango -por Martín-, que nunca había comido patay o bailado descalzo en una chaya; su única “virtud” era ser portador del apellido de su tío, el “innombrable”, tres veces gobernador de La Rioja y dos veces presidente de la República. 

Para Milei llegar a La Rioja era como llegar a la meca de sus aspiraciones políticas. Era de los pocos políticos que se animaban a proclamar a los cuatro vientos su admiración por el “innombrable” y su gestión en la primera magistratura. Si hubiera subido a un auto y recorrido los casi cien kilómetros que separan la capital riojana de Anillaco por la cuesta de Huaco, hubiera visto con sus propios propios ojos el estado de abandono de lo que fue el bastión del ex presidente: la pista de aterrizaje cuarteada y engullida por la dura maleza del valle de La Costa; la famosa Hostería Los Amigos, donde se cocinaron no pocos entuertos políticos, caída a pedazos; La Rosadita deshabitada y mantenida como atractivo turístico, al igual que la fotográfica cabaña en La Quebrada, con lago artificial y acceso único al río que baja de la montaña y da sustento al pueblito. Allí supieron alojarse desde Edward Kennedy, Alain Delon y Graciela Alfano, entre muchos otros, cuyas historias los guías turísticos del lugar retacean o largan a cuentagotas, según la cara del visitante. De haber abordado ese auto, Milei se podría haber fotografiado junto a la foto del “innombrable” con George Bush padre y seguramente se hubiera puesto verde de envidia al ver colgado en la pared el certificado de miembro de la Asociación del Rifle de Estados Unidos, que el dueño de casa lucía junto las cabezas de jabalí y ciervo expuestas como trofeos a cada lado.

Es improbable que Milei hubiera percibido la indiferencia con la que los riojanos hablan del ex presidente y comprovinciano. Lo admiran y lo critican al mismo tiempo. Que haya llegado donde llegó, saliendo de ahí, es digno de admiración, pero no le perdonan que la provincia siga pobre como siempre y “ellos”, los “innombrables”, ricos y viviendo en Buenos Aires.

Pero no. Milei no estaba en La Rioja para sacarse fotos ni visitar ruinas ni escuchar a los pobladores. Había ido, pocas horas, para apuntalar a su reciente amigo y candidato, Martín, el “desconocido”. En las últimas elecciones había obtenido un mísero porcentaje de votos. Un breve acto y un mínimo contacto con la prensa le alcanzaron para posicionar a su pichón: su presencia logró que Martín, el sobrino del “innombrable”, cosechara el 13 por ciento de los votos y entrara a la Cámara de Diputados de la Provincia en representación de La Libertad Avanza. Los analistas del café en jarrito torcieron la boca y estiraron sus cabezas con incredulidad.

Antes de abandonar el territorio riojano, Milei y Karina pasaron por la casa del padre de Martín: el “hermano Eduardo”, ex presidente provisional del Senado durante los gobiernos “del Carlos” en los noventa. Extasiado, Milei se deshizo en elogios. Eduardo, alentado por la visita, defendió cada acción de los desteñidos años dorados. Karina escuchó en silencio y proyectó un futuro innombrable. En el clan riojano respiraron un aire distinto. El sol pegaba en el patio de la casa de una manera agradable. Sintieron que las cosas se acomodaban nuevamente. Que el universo daba un nuevo giro y les abría la esperada revancha desde que el kirchnerismo -“esa bazofia política”- los arrojó sin piedad al ostracismo.

La historia y la leyenda

Los analistas del café en jarrito actualizaron data y elucubraciones. Recorrieron los hitos innombrables de la historia política riojana y del país. Todos conocían más o menos la historia: la llegada de Don Saúl en 1912 procedente de Damasco, sus años de vendedor ambulante y su famosa bodega en Anillaco. Uno recordó cuando un periodista, en los sesenta, le preguntó sobre sus hijos y Don Saúl le respondió: “Amado hace el vino, Munir lo vende, Eduardo administra la plata y Carlos se la timba”. Carlos Saúl, el menor, se hizo peronista cuando conoció a Perón y Evita jugando para el equipo de básquet de la Universidad de Córdoba y luego tuvo algunas acciones militantes en la proscripción del peronismo, casi en la clandestinidad. Su primer éxito político le llegó de grande, a los 43 años. Durante la dictadura de Agustín Lanusse se presentó como candidato a gobernador por el Partido Justicialista. Hasta integró la comitiva que llegó en el avión que trajo de regreso al General. Su irrupción fue apabullante: invocaba a Facundo Quiroga -de quien decía ser su reencarnación- y apoyaba la pastoral comprometida de Monseñor Enrique Angelelli. Arrasó en las urnas. “Si yo gano, comienzo la reforma agraria en La Rioja”, le había prometido al Obispo. Poco después asumió como gobernador en un multitudinario acto lleno de figuras políticas nacionales, los jefes de todas las agrupaciones peronistas y el electo vicepresidente de la Nación Vicente Solano Lima. Estaba también Angelelli, que no terminaba de sacarle la ficha. En su discurso, Carlos Saúl declaró enfáticamente que “la Argentina se encaminaba indefectiblemente al socialismo”.

A poco de asumir consumó su primera traición: fue contra Angelelli y a favor del clan bodeguero familiar. El obispo y los “innombrables” se enfrentaron en un conflicto social y económico que involucró a una cooperativa de paupérrimos campesinos de la localidad de Aminga y las tierras de la familia del gobernador y otros terratenientes en la costa riojana. Carlos Saúl planteó un estilo político flexible de la boca para afuera y de absoluta lealtad: llegó al poder defendiendo a los campesinos y apoyando la pastoral de Angelelli, pero apenas fue investido gobernador traicionó sus promesas de campaña y optó por los intereses familiares. Un estilo que quedaría marcado a fuego en el ADN familiar.

El clan al Gobierno

Al comienzo, ninguno de los hermanos de Carlos Saúl abrazó la política con la pasión del menor. El peronismo de izquierda no los atraía. En 1972, Eduardo, que ya era abogado, dirigió un diario de extrema derecha, El Sol, creado con el inconfesado fin de difamar la pastoral de Angelelli. Amado encabezó el grupo que incendió la casa de las monjas en Aminga, puso una bomba en la casa del Movimiento Rural Diocesano y apedreó al propio Angelelli en la iglesia de Anillaco, en junio de 1973. 

Carlos Saúl y Angelelli integraron la lista de condenados a muerte por la Triple A, pero luego del golpe del 24 de marzo de 1976 tuvieron destinos opuestos: Angelelli fue asesinado en agosto de ese año y Carlos Saúl fue unos años a prisión hasta que volvió la democracia y pudo regresar a la Gobernación. Lo hizo por dos períodos en los que su figura creció en todo el país. Al igual que Milei, era visto desde la centralidad como un “outsider”, un excéntrico gobernador de tonada esdrújula y patillas pobladas. Su look “caudillo” enamoró a las vedettes y atrajo a las revistas de espectáculos.

Carlos Saúl arrasó en los comicios presidenciales de 1989 en medio de una crisis económica sin precedentes. Prometió “salariazo” y “revolución productiva”, pero apenas asumió entregó el Gobierno a los poderes fácticos y puso proa al neoliberalismo. Todo lo contrario de lo que había dicho hasta ese momento.

En el bar de los analistas del café en jarrito y en la casa de Eduardo enumeran hechos y acciones que pasaron bajo el puente todos estos años. En el café intentan explicar cómo llegó el loco de la motosierra; en la casa de Eduardo cómo retomar la senda del miembro de la Asociación del Rifle y dos veces presidente de la Argentina. Milei lo escucha extasiado.

Con el éxito del hermano menor y el rumbo neoliberal dado a la Argentina y al peronismo de los noventas, la familia “innombrable” se metió de lleno en  política. Salvo Amado, que se dedicó a la bodega de Anillaco (hasta que fue vendida en 1998 al banquero amigo Carlos Spadone). Munir fue designado embajador en Siria y Eduardo fue varias veces senador por La Rioja. Fue designado presidente provisional del Senado mientras su hermano fue Presidente. 

 En 2003 comenzó la decadencia “del Turco”, como lo llaman los analistas del café en jarrito. Se bajó del balotaje para evitar la primera derrota de su carrera política y dejó despejado el camino de un ignoto gobernador de Santa Cruz, gracias a la jugada de su ex vice Eduardo Duhalde.  El ignoto “pingüino” no era otro que Néstor Kirchner. Como el “innombrable”, pero en sentido opuesto, Kirchner también marcó una era en la Argentina y en el peronismo.

El ocaso con Néstor

Los gobiernos “kirchneristas” de Néstor y Cristina cambiaron el rumbo neoliberal de la Argentina. Aunque una porción de neoliberalismo siguió presente en sus gobiernos, cambiaron radicalmente el rumbo político y social de la Argentina con políticas activas de inclusión social, Memoria, Verdad y Justicia y otras de fuerte sesgo progresista. El clan riojano de apellido sirio se volvió “innombrable” para los analistas del café en jarrito, que evocan cuando Néstor se tocó un testículo cuando escuchó el nombre del ex presidente riojano en el mismísimo acto de asunción de su primer y único mandato en la Casa Rosada.  

El clan se recluyó, alejado de la política. Al menos de la exposición pública. La nueva generación abrió estudios de abogados y emprendió empresas de distinto tipo. Muchos funcionarios que llevan el apellido integran desde hace años los gobiernos tanto de la provincia como del municipio capitalino en La Rioja, sin mayor proyección. Adrián (hermano mayor de Martín) y Zulemita intentaron ser candidatos a gobernador varias veces, sin éxito. La estrella política del clan parecía haberse apagado con el ocaso de Carlos Saúl.  

Hasta que apareció Milei y los reivindicó. Al nombrarlos les dio una nueva vida. El clan se abroqueló en torno al libertario y le juró lealtad eterna. “Estamos a muerte con Milei”, dijeron a coro. Entonces los medios y los analistas del café en jarrito volvieron a nombrarlos: los Menem.

La vuelta al ruedo

Con la llegada de Milei a la Casa Rosada los Menem volvieron a ocupar lugares de poder. Los más visibles son Martín Menem, “Lule” Menem y Federico Sharif Menem (sobrino de Lule y primo de Martín). Martín fue diputado provincial y candidato a gobernador de La Rioja por LLA. En 2023 llegó a la Cámara de Diputaos de la Nación, que ahora preside.  “Lule” es el Menem más experimentado: primo de Carlos Saúl, se movió siempre en las sombras, cultivando un perfil bajo. Fue secretario de Eduardo en el Senado durante más de veinte años; se hizo íntimo amigo de Karina Milei y fue nombrado secretario de Gestión Institucional de la Presidencia. Es la primera vez que ocupa un cargo en el Poder Ejecutivo. Federico Sharif Menem, sobrino de Lule y mano derecha de Martín, fue designado director general de Secretaría Privada de la Presidencia de la Cámara de Diputados.

Activos, aunque de perfil más bajo, están Eduardo y su hijo mayor Adrián, también ex legislador nacional: asesoran y construyen el regreso del clan al poder. Zulemita no se mete en política, aunque sigue de cerca los acontecimientos. Con Lule como el más visible, los ahora nombrables arman el entramado de Milei con vistas al 2025. Quieren evitar el “entrismo” del macrismo en la estructura política libertaria. Intentarán ganar la Gobernación de La Rioja con Martín a la cabeza. Pero sueñan con menemizar el país.

Los analistas del café en jarrito hacen sus apuestas.

Córdoba

Los primeros cien días del gobierno de Milei fueron una insólita colección de fracasos. Los gobernadores y ese “nido de ratas” que para el jefe de Estado habitan el Congreso Nacional lo volvieron loco. Esos seres inmundos” y despreciables” que “actúan de mala fe” desatan su ira. Ni los “dialoguistas” se salvan de su incontinencia twittera.  

Para Daniel Scioli, que pasó de la motonáutica a la motosierra, “Milei comparte la forma de liderazgo de Carlos Saúl”. El diagnóstico es compartido por el clan Menem. Cansados de que  la “casta” trabe sus iniciativas en el Congreso, Milei - y su cerebro Karina- se propusieron poblar el “nido de ratas” de remeras violetas. Para ello necesitan armar una estructura nacional que le permita a su partido - La Libertad Avanza- ir con candidatos propios en las elecciones legislativas del año próximo. Lule, Martín y el resto del clan ya mostraron sus dientes: jugarán allí sus próximas fichas.

La única provincia en donde la Libertad Avanza está conformada como partido político es La Rioja, gracias a Lule. La segunda será Córdoba. La provincia mediterránea le dio a Milei el triunfo más espectacular de que se tenga memoria: 75 por ciento de los votos en el balotaje. Pero la coalición es por ahora una bolsa de gatos con aspiraciones de león. Por eso Martín y Karina se tomaron un avión y visitaron la torre federal de Córdoba, dando su expreso aval para la creación de La Libertad Avanza en la provincia.

La conformación del partido en Córdoba comenzó con disputa judicial: tres sectores de libertarios, encabezados por Gabriel Bornoroni, Abelardo Losano y Celeste Ponce, iniciaron expedientes para obtener la personería jurídica. Pero  Karina y Martín ungieron a Bornoroni. “Es el único y exclusivo referente del espacio y por eso vinimos a manifestarlo personalmente”, dijo Martín a la prensa, mientras Karina asentía en silencio.

El clan Menem está de vuelta. Y Córdoba será –como lo fue en su momento con dirigentes menemistas como Julio César Aráoz y Leonor Alarcia- uno de los baluartes elegidos para apuntalar la construcción nacional del proyecto libertario.

Carlos Ruiz
- Periodista -